domingo, 10 de abril de 2011

Emociones y actitud

La inteligencia emocional es una competencia imprescindible para lograr el éxito en la vida y llegar a ser un buen estudiante, profesional, ciudadano, madre, etc. Sin embargo, siendo profesores de ciencias ¿Debemos trabajar nosotros el desarrollo emocional?

La enseñanza es, qué duda cabe, una actividad social. Por tanto, el respeto, la confianza, el estado de ánimo o el sentido de pertenencia al grupo tienen un impacto importante en el proceso de enseñanza – aprendizaje.

En este sentido son muchos los autores que sugieren que el aprendizaje social y emocional (SEL: Social and Emotional Learning) es una necesidad crítica para que los estudiantes puedan superar con éxito esta etapa y los retos futuros que les presente la sociedad.

Los contenidos que trabajamos los profes de ciencias rara vez están relacionados con las emociones. Entonces, si queremos contribuir al desarrollo de esta habilidad, ¿cómo podemos integrarlo en nuestro curriculum?

Es muy difícil no sentir nada... si te fijas, nuestro cuerpo siempre está mandando señales de alegría, tristeza, aburrimiento, nervios, etc. Así que nuestros alumnos también estarán sintiendo la mayor parte del tiempo, ya estén en tu clase o en cualquier otra. Las emociones serán más intensas cuanto más vivencial sea tu estilo de dar clase, es decir, cuanto más participen y experimenten los chic@s diferentes situaciones: trabajo en grupos, debates, lluvia de ideas, la pelota pedagógica, etc. intentando siempre hacer conscientes a los estudiantes tanto de sus propias emociones como de las de los demás.

Así, bien se puede iniciar una clase con un “cuchicheo” (diálogo por parejas) sobre, por ejemplo: “¿con qué estado de ánimo vienes a esta materia?” Y que después de hablar escriban en un papel anónimo si les parece aburrida, difícil, poco útil… o entretenida, interesante, etc. Es una manera también de conocer su opinión y de empezar a identificar y verbalizar emociones mientras se calientan los motores.

Además, tras un trabajo en grupo bien se puede hacer una sencilla evaluación entre todos los miembros sobre cómo se han sentido dentro del grupo, si volverían a trabajar con los mismos compañeros, si se han sentido escuchados, excluidos, insatisfechos, etc. Os propongo  la siguiente rúbrica para que tanto los estudiantes como el profesor evalúen de forma breve su quehacer en el grupo desde un punto de vista emocional.

Con ello se consiguen dos objetivos importantes: 

  • Los chic@s empiezan a familiarizarse con el lenguaje emocional, a preguntarse “¿qué siento yo? / ¿qué siente el otro?” y a hacerse conscientes de lo que pasa en su interior, la llave necesaria para aprender a manejar emocionalmente las situaciones y relaciones.
  • Mejora el ambiente de clase, aumenta la confianza, la motivación y se irá desarrollando su habilidad para compartir, trabajar en grupo, preocuparse por los demás, etc. Así, el grupo se irá convirtiendo en una pequeña comunidad en la que todas las relaciones se verán fortalecidas y el aprendizaje potenciado.
¿Estás trabajando ya esta competencia? ¿No te parece importante como complemento de tu materia?

7 comentarios:

  1. Es tan importante el componente emocional en el proceso educativo que hasta tiene una base fisiológica y anatómica que lo demuestra. El sistema límbico, sustrato del cerecbro donde se procesan las emociones, está comunicado por redes neuronales con el lugar del cerebro donde se almacenan los datos, es decir, con la memoria.

    Por tanto, a los que piensan que un profesor de física o matemáticas le conviene ser más tieso que un tubo de fontanería habría que recomendarle ver el programa "redes" más a menudo (donde se habla de estos temas) o visitar la facultad de medicina, 2º curso, neuroanatomía, para que le pongan un poco al día.
    Lo que apasiona, sin duda, se recuerda mejor.

    Quico

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  2. Buenos días:

    soy una profesora de Biología de 4º de ESO y actualmente estoy impartiendo la UD de Ingeniería genética. Me parecen tremendamente interesantes las aportaciones realizadas acerca del desarrollo de la competencia emocional dentro del aula, no obstante no parece sencillo integrar su desarrollo dentro de una clase de ciencias. ¿Podrían darme unas pautas a partir de las cuales desarrollar la competencia emocional en mis clases dentro de la unidad didáctica de Ingeniería genética que les comento?

    Muchas gracias, me parece de gran interés que apuesten por el desarrollo de dicha competencia.
    ¡Mucho ánimo!

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  3. ¡Por cierto, para desarrollar esta competencia en una hora de turoría sugiero esta dinámica de grupo a ver qué os parece!

    "El cubo de los sentimientos"

    Se dispone de un cubo que tiene escrito un sentimiento o emoción en cada una de las caras. Por ejemplo: triste, enfadado, contento, atemorizado, alegre, frustrado.

    Cada alumno tira el cubo como si fuera un dado, de tal forma que le "toca" el sentimiento que aparece en la cara superior. Seguidamente describe una situación en la que haya experimentado el sentimiento que le ha tocado. El hecho de que los demás lo escuchen estimula la comprensión de los sentimientos de los demás y por extensión la empatía.

    ¡Un saludo chicos!

    Guadalupe

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  4. Queridos "comentaristas",
    Mil gracias por vuestra participación y aportaciones. Como hemos repetido muchas veces, con este blog intentamos aprender haciendo un poco entre todos.

    Amigo Quico: muy interesante tu comentarios sobre la fisiología de las emociones y su relación con la memoria. Sin duda alguna aprendemos más cuando nos divertimos que cuando no sentimos ninguna atracción por lo que hacemos.

    Amiga profesora: aunque parezca imposible trabajar las emociones en clase de biología, como comento en el post: ¡es muy difícil no sentir nada! Lo importante es saber cómo aprovechar las emociones de los chic@s y saber canalizarlas pero ayudarles a manejarlas. No cabe duda que darles autonomía en el aprendizaje de la UD que desarrollas les ayudará a enfrentarse a las dificultades y descubrir cómo reaccionan ante ellas. ¿Por qué no intentas probar con la rúbrica del trabajo en grupo que propongo?

    Amiga Guadalupe: me parece una idea fantástica. Muchos de los profesores de ciencias también son tutores y bien podrían aprovechar el dado. Aún así, no me parece descabellado aplicarlo un lunes en la primera clase de física y que vieran si se han sentido así en algún momento del fin de semana. ¿No te parece también posible?

    ¡Gracias a todos por vuestra participación!

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  5. Ana de la Cruz Larumbe26 de abril de 2011, 10:32

    Hola foro! Me gustaría compartir una reflexión con vosotros acerca de la educación emocional en el aula: para poder desarrollar dicha competencia en los alumnos, primero debemos cultivarla en nosotros mismos. El profesor tiene un arma muy poderosa para que los alumnos aprendan: su ejemplo. Es difícil pedir respeto entre compañeros o una expresión adecuada de las emociones si nosotros no demostramos cómo hacerlo. Si queremos que los alumnos escuchen al otro, fomenten soluciones dialogadas a los conflictos o sean tolerantes, ¿es adecuado echar de clase a la primera de cambio a un alumno que nos está molestando? ¿es conveniente fijar criterios de calificación rígidos?...

    Creo que una cuestión fundamental es el buen uso del lenguaje, el llamado LENGUAJE NO VIOLENTO. Cuando una persona se siente juzgada, por ejemplo, automáticamente se pone a la defensiva. ¿Y cuantas veces utilizamos las frases "lo que te pasa es que eres un vago" o "tu siempre andas poniendo excusas"?. En lugar de hablar de hechos objetivos observables, caemos en la evaluación, y ello hace que el alumno se preocupe más de defenderse que de solucionar la situación.

    Para ahondar en el tema de la comunicación no violenta os recomiendo el siguiente libro: "Comunicación no violenta: un lenguaje de vida" de Marshall B. Rosenberg.

    Saludos!
    Ana

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  7. na muchas gracias,

    Me parece muy lúcida tu idea de vincular la educación emocional al modelo que somos los profesores, al lenguaje que utilizamos en clase, nuestra forma de tratar a los chic@s, de prejuzgarlos, etc.

    Sin duda tienes toda la razón.

    Y gracias por la recomendación del libro... ¡lo apunto!

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