lunes, 28 de marzo de 2011

La autoestima y el efecto Pigmalión

Mi hija de 16 años, pura adolescente, dispersa, poco constante y algo vagoneta… pero muy lista, con grandes habilidades sociales y ganas de hacerlo mejor, me dijo el pasado mes de febrero que definitivamente abandonaba matemáticas: ¡y estudia 4º de ESO! Evidentemente, se me encendieron todas las alarmas.


Con esa edad, tanto mi hija como cualquier adolescente viven en una etapa llena de dudas, de incertidumbre y, en general, de baja autoestima. Cuando un chico o chica empieza a descubrir realmente quién es no suele llegar a las expectativas que ellos mismos se habían generado y la decepción que conlleva este ajuste les hace sentir inseguros y, de alguna manera, frágiles ante las dificultades.

Así, de forma inconsciente muchos adolescentes actúan y se esfuerzan en función de lo que se espere de ellos: es el llamado efecto Pigmalión. Aquí es donde el papel tanto del profesor como de los padres se vuelve determinante en su futuro: cuando creemos en los chicos, confiamos en ellos y sienten que, a pesar de los tropiezos, seguimos esperando más, les llevamos a dudar en positivo: “si yo siempre he suspendido, es tarde para intentarlo y además no creo que sea capaz…pero este tipo insiste mucho en que puedo hacerlo mejor y espera algo más de mí... ¿y si tiene razón?”

Los humanos, ante una sensación o un pensamiento concreto, tendemos a buscar señales a nuestro alrededor que nos confirmen nuestra interpretación. Si el chico o chica no cree en él, se siente bajo, incapaz, etc. y, sin embargo, lo que encuentra alrededor son ánimos, personas que siguen esperando y confiando en ella, puede replantearse su actitud buscando responder a esa confianza, a esas expectativas y empieza a creer que sí puede, por qué no…

No es tarea fácil pero todos podemos imaginar lo que sucede si tanto padres como profes tendemos a confirmar sus pensamientos y sensaciones negativas y dejamos de creer en ellos: no cabe duda que seremos cómplices de su fracaso, sea éste pequeño o grande.

¿No lo ves así? ¿te ha pasado con tus alumnos que un cambio en tu actitud ha provocado efectos positivos en ellos? ¿no crees que merece la pena intentarlo?

2 comentarios:

  1. Somos capaces de hacer todo lo que nos proponemos o por lo menos acercarnos, y con un empujón, escuchando un grito de ánimo o un VAMOS te da fuerzas para seguir luchando por ese objetivo.

    Claro que merece la pena apoyar en la gente en la que crees.

    ResponderEliminar
  2. Gracias Lucía por tu aportación.
    Según planteas, el primer paso es que los profes comencemos por creer en nuestros alumnos...
    Si algún día dejamos de creer en ellos será mejor que nos dediquemos a otra cosa.

    ResponderEliminar