lunes, 18 de abril de 2011

Una pedagogía de la pregunta

A diferencia de lo que nos propone Paulo Freire, somos muchos los profes a quienes nos cuesta establecer un diálogo abierto con los chic@s, probablemente fruto de nuestros miedos a perder el control de la clase o sencillamente por las distintas reacciones que puede tener un adolescente, pero… ¿somos conscientes de lo que perdemos, todos, por no dialogar, preguntar y hacer la clase más participativa?

Está ya fuera de toda duda que el proceso de aprendizaje está potenciado por la participación de los estudiantes, que deben convertirse en sujetos activos y responsables del resultado. En este sentido y a modo de ejemplo, existen varios retos y dificultades que la mayoría de los profes enfrentamos en las aulas y ante las cuales una sencilla pregunta, un papel de un minuto, dando la palabra al estudiante, puede tener una gran efectividad (artículo: Morales P., 2010):

-          Es común que los alumnos lleguen sin haber leído o estudiado la materia, lo que complica la comprensión de nuevos temas, dejan el estudio en serio para el final, implica tener que repetir en clase… ¿Qué sucedería si comenzamos la clase con una pregunta, que deben responder por escrito brevemente, sobre la lección anterior o la lectura que debían realizar? De esta forma sencilla se podría lograr que los alumnos estén más al día.

-          Es sabido que la atención baja notablemente a los 20 minutos de clase y, así, hay mucho tiempo perdido sencillamente porque los alumnos están pensando en otra cosa. Después de explicar un concepto, con el fin de mantener la atención… los alumnos, a mitad de la clase y de manera individual, pueden responder a una pregunta por escrito y brevemente sobre lo que se acaba de explicar, la discuten después con sus compañeros, el profe complementa y… ¡sigue la clase!.

-          A última hora los alumnos llegan cansados y los minutos finales de la clase son, por lo general, tiempo perdido… hay ejemplos de profesores que han utilizado los últimos minutos de clase  para hacer un breve trabajo con una sola pregunta, en una sola página, con un nivel muy alto de exigencia y siempre relacionado con todo lo que se ha ido leyendo, estudiando, explicando...

Así, se ha confirmado la eficacia de hacer una pregunta a los alumnos en diferentes momentos de la clase para que respondan de forma activa y se potencie su aprendizaje a través de lograr mayor compromiso, atención, constancia… Debemos tener claro que, como dice Pedro Morales:

[...] una mejora en los resultados no se refiere únicamente al rendimiento académico, también se refiere a la motivación, al clima de clase, a la satisfacción de los alumnos, a los posibles cambios en la autorregulación del estudio, en los enfoques de aprendizaje y en otras variables relevantes y relacionadas con la enseñanza y el aprendizaje.

¿No te parece que se trata de una forma sencilla pero muy efectiva de enganchar más a los chic@s en tu materia? ¡Haz la prueba!

2 comentarios:

  1. Ana de la Cruz Larumbe26 de abril de 2011, 10:17

    Hola triángulo! Me parece muy interesante la reflexión que hacéis sobre el papel activo del alumno en clase, así como la propuesta de utilizar el one minute paper como técnica para mantener su atención y motivación.
    Efectivamente, he comprobado en primera persona la eficacia de esta práctica. Solo te das cuenta de lo que has aprendido en una clase cuando te hacen pensar y escribir sobre ello, y este debería ser el principal objetivo: que el alumno sea consciente de su aprendizaje, más que servir al profesor para evaluar los conocimientos que ha adquirido.

    Me gustaría proponer al foro el empleo del papel de un minuto para desarrollar en los alumnos la competencia emocional. Si las cuestiones sobre las que les hacemos reflexionar y escribir no tienen que ver con los contenidos, sino con como se han sentido ante una determinada situación, fomentamos el autoconocimiento y expresión de las emociones. Por ejemplo, creo que sería muy interesante proponer a los alumnos que tras la entrega de notas en una asignatura o evaluación, escribiesen como se sienten, a qué atribuyen sus calificaciones, actitudes personales que les han conducido a obtener esa nota, etc.
    No debemos olvidar que tratamos con adolescentes, y que por encima de los conocimientos académicos deberíamos enseñarles a gestionar sus emociones para que puedan alcanzar el éxito personal y profesional.

    Un saludo!
    Ana de la Cruz Larumbe

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  2. Gracias Ana,
    Desde luego lo primero es darle la palabra al alumno, crear ese espacio de expresión (escrito u oral) en el que reflexionan, aprenden, se conocen, etc.
    Así lograremos todos los objetivos del proceso de aprendizaje: ser personas felices y realizadas.

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